domingo, 27 de diciembre de 2009

¡Salud!

Me ha producido cierto placer sentirme reprochado por algunas amistades, por no haber fabricado ninguna nueva entrada en este espacio desde hace tiempo. No quiero fantasear, ni mentirme, aunque se me da bien, puesto que no han sido más de tres personas las que me han hecho comentarios en ese sentido. Alguno comprendiéndome incluso: "es complicado mantener un blog.." o algo así me ha dicho y he estado tentado de pensar "uno se debe a su público". Que rápida es la autocomplacencia. Siempre agazapada y presta a plantársenos delante con su estúpida sonrisa aduladora.
Cuando pensé hacerlo nacer, este lugar aspiraba a ser una piedra grande bajo un nogal, un sillón de terraza, un taburete de bar, una vereda transitable, cualquiera sitio donde echar una parrafada. Sorprendentemente, en este tiempo de la comunicación, parece que a veces no queda tiempo para una conversación sosegada, ni siquiera con un interlocutor imaginario. Y no sé si la razón o la excusa es que anduve muy ocupado.
El último mes, ha sido muy generoso en malas noticias. Enfermedades, instalándose como realquilados molestos en los cuerpos de algún amigo y alguna amiga y la muerte, anunciada, previsible y terriblemente injusta de la madre de una amiga de mi hija, me han puesto frente a un espejo hacia el que habitualmente trato de no mirar, aunque transito con frecuencia por delante suyo.
Comento con frecuencia, que no sé si somos la última generación que aprendió a tener una actitud y una repuesta piadosa y consoladora ante la enfermedad y la muerte o la primera que no tuvo ese aprendizaje.
Mucha gente de mi edad o de mi entorno repite incansablemente y de manera monótona que no sabe qué decir en "estos casos".
Yo sí sé qué decir. Que lo siento. Sinceramente siento que la salud huya de la vida de las personas, deprisa y sin avisar, como si tuviera que hacer algo importante en otro sitio. Si además son mis amigas, lo siento doblemente. Y el sentimiento de impotencia sólo se ve superado por el del miedo. seguramente miedo a estar en su lugar.
Me dice mi amigo Javi ante su miedo -que es como el mío- "yo creo que ya viví bastante y en todo caso me he llevado por delante una vida buena". Y lo dice como tratando de convencerme, seguramente porque en mis ojos atisba el susto que me abraza, como cambiando los papeles que debíamos representar.
Luego, sale el sol o llueve, que estos días llueve mucho, voy a buscar los regalos para reyes y a recoger a mi hija y a comprar el pan... y al pasar delante de las tiendas procuro no mirar el reflejo del escaparate.

lunes, 2 de noviembre de 2009

"A la sombra"

Hace unos días participé en un concurso de microrelatos que proponían en la radio. Me pareció divertido.
La condición, aparte la longitud del texto, era que incluyese "a la sombra", que erán las últimas palabras del texto ganador de la semana anterior.
No debieron seleccionarlo porque no se pusieron en contacto conmigo.
Dejo aquí el texto, quizás os guste.

Siempre estuve a la sombra de mi hermano. Ahora todo iba a ser distinto. No escucharía más la voz de mi madre diciendo “si vas a volver tarde, busca a tu hermano y que él te acompañe”. Ni volvería a ir de acampada con mis amigas llevando esa mochila vieja y horrorosa ¿Qué le pasa a la de tu hermano, es que no te sirve?. Todo eso se había acabado para siempre. De una maldita vez yo sería la única princesa de esta corte de locos que era mi familia. Nunca más tendría que salir de mi cuarto para dormir en el sofá, sólo porque unos imbéciles se habían pasado con las cervezas y se sentían impotentes para volver a sus casas, aprovechándose de la manga ancha de mi padre para aceptar la relación de los hombres con el alcohol. “Cosas de chicos. No pasa nada. Que duerman aquí y mañana estarán bien”. Decía.
Lo supe cuando desde la primera fila escuché: “puedes besar a la novia” y mi hermano besó a aquella chica tan sosa y con ojos de sapo.

sábado, 31 de octubre de 2009

sosiego necesario

Más de un mes sin aparecer por aquí. Es demasiado tiempo.
Me ha sorprendido que tanto en Bélgica como en Holanda o para ser más exactos, en aquellas ciudades de esos países que he visitado durante mis vacaciones, no se grita salvo necesidad. No hay "demasiados ruidos". Claro que hay coches y tranvías y metro que hacen ruido, pero la gente en las terrazas de los restaurantes o bares, por ejemplo, habla con quien está al lado y no como si todos los que compartimos ese espacio, fuesemos sus espectadores y tuviesemos la necesidad de oírles.
En un pequeño pueblo del Alentejo portugués, que visité hace unos días, sí se grita. Las personas se comunican si se encuentran a cierta distancia, a voces. Sin embargo, cesa esa especie de saludo o finaliza la imprecación que se supone amistosa y termina el ruido. Todo vuelve a una razonable calma y los sonidos de los pájaros, de algún coche que pasa, del río que rodea a la ciudad, del golpeo lejano de alguna herramienta metálica, se aposentan en el aire. La previsibilidad y el bajo volumen de estos sonidos o su corta duración, nos permiten continuar oyendo esa especie de voz que nos acompaña en los razonamientos y el sonido de la palabra de quien nos acompaña o se dirige a nosotros.
Echo de menos ese sosiego.

jueves, 6 de agosto de 2009

¡Qué gozada, cuñao!

No me resisto a invitar a algúna posible persona lectora, por despistada lógicamente, a que escuche esta joyita que mi cuñado nos ofrece. Siempre con menos frecuencia de la que desearíamos algunos de mis amigos y yo, pero dado el tajo que tiene, tanto con los mellizos como con otras dedicaciones con las que está comprometido, es perfectamente excusable.
No os lo perdáis.
Desde el principio, no tiene desperdicio.
¡Salud!
http://predicandoeneldesierto.podOmatic.com/entry/2009-03-01T06_59_53-08_00
los programas antiguos están en: www.granreservapredicando.podomatic.com

Paréntesis


Cuando él terminó de hablar, ella sólo dijo: "eres un cobarde".
Al oirlo, la miró directamente a los ojos. No eran los ojos que tantas veces había admirado o escudriñado o simplemente contemplado, como se contempla un pájaro de curioso plumaje. Esta vez eran distintos. No reflejaban odio, ni desprecio, sólo preocupación y una profunda calma. Eso le intranquilizó y le hizo pensar que algo había hecho mal.
Su opinión sobre lo reprochable de la conducta que había tenido, cayó sobre sí mismo como una losa. No estaba acostumbrado a que ella le juzgara con tal severidad y al margen de lo expresamente dicho, su mente empezó a trabajar buscando una razón para ese cambio.
Dejó aparcado el asunto de porqué había dicho "eres un cobarde". Era más importante ahora pensar en qué había ocurrido para que su actitud habitualmente complaciente, se hubiese tornado dura, tosca y despegada.
Siempre anduvieron evitando hacer un juicio moral de lo que ocurría entre ellos. Acordaron de manera tácita que se trataría sólo de un paréntesis que en nada afectaría al resto de sus vidas. Algo intenso que merecía ser vivido pero sin futuro. Como si esa fuera la condición para que todo estuviera en su sitio.
Balbuceó algo ininteligible. Las palabras adecuadas no acudíeron a su boca en un vano intento de ganar tiempo. No conseguía decir ni pensar algo coherente que le sacara de aquella situación tan incómoda por inesperada.
"Eres un cobarde" le había dicho.
Inmediatamente tuvo la certeza de que todo había terminado. No habría más aplazamientos ni más oportunidades.
A su mente se asomó el comentario que Amalia le había hecho en una ocasión: "tengamos o no otras cosas, tenemos al menos dignidad. Y la dignidad nunca hay que perderla". En aquel momento no pensó demasiado en la afirmación. Creía haberla entendido sin más. Ahora por alguna razón, esa conversación se le vino a la memoria y supo que no había tenido en cuenta esa especie de advertencia. No había cuidado su dignidad y la había perdido detrás de lo que en este instante se le antojaba un sucio callejón de placer anodino.

domingo, 2 de agosto de 2009

Júpiter de premio


Quien quizás más me quiere, me dijo que me regalaría la Luna. Y lo hizo. Desde entonces puedo mirar el cielo desde más cerca con un estupendo telescopio. Nunca pensé que sería tan complicado ver los astros. Como casi todo, la observación del cielo requiere mucha dedicación. Cuesta imaginar a los padres de la astronomía, con aquellos aparatos tan poco sofisticados vistos desde nuestro tiempo, conseguir arrancar a la ignorancia tanto conocimiento, valiéndose sólo de la observación y de su inteligencia y tesón.
La primera observación me puso delante de los ojos a la Luna. En su plenitud y aún antes de oscurecer, nuestro satélite posee una belleza que justifica cualquier referencia poética de las que ha sido acreedora desde el origen conocido de las letras. "Parece de cristal", dijo mi hija. Nunca se me ocurrió pensar en la Luna como en un objeto de cristal. Curiosa observación.
Decidí que necesitaba ir a un cielo más limpio que el de la ciudad, rodeado de una cúpula de contaminación lumínica que impide ver con nitidez. Traté de alquilar un apartamento en la sierra, seguro de que allí encontraría el cielo que andaba buscando. La crisis económica, a la que parece que los trabajadores con nómina a cargo del erario público, sin ser inmunes, vamos toreando, no impide que los fines de semana los equipamientos turísticos estén saturados. Pensé que no sería así. Opté por la modalidad camping. Me sigue resultando atractivo pasar unos días junto a un río y bajo una tienda de campaña. Embalé mis bártulos y mi telescopio y acompañado de mi familia nos trasladamos a la sierra. No dejó de sorprenderme, aunque hace años que lo vengo comprobando en otros camping de Europa, que mucha gente tiene un espacio estable instalado: una caravana, una yurta, a modo de segunda residencia. Lujo éste al que quizás de otro modo no podrían optar. Aunque la sorpresa llegaría cuando bien entrada la madrugada y dispuesto para la observación, descubrí que el camping se llenaba de focos, ninguno con lámparas de menos de quinientos vatios, que servían para "iluminar" un buen número de barbacoas, amenizadas con lo mejor de la "música dance" y los innumerables "hits del verano". Todo ello ante la pasividad del encargado del camping, que departía amigablemente con los distintos grupos, compartiendo su griterío y acompañando las memeces más estúpidas con unas risotadas "ad hoc".
Con toda seguridad, ellos eran mejores clientes que yo, que sólo pasaría allí una noche equivocadamente esperanzado en poder contemplar el cielo.
Algo más tarde de las dos de la madrugada y tras un par de copas de ron y algunos cigarrillos, me fui a dormir entre defraudado e impotente, prometiéndome que me levantaría temprano y haría todo el ruido que me diese la gana.
Aunque no me levanté muy temprano, los del sarao dormían aún, pero no fui capaz de hacer ruido. Me aseé, desayuné y me volví a mi casa, con la esperanza de que el frío invierno los disuada de volver y me permita apreciar el cielo de la sierra en todo su esplendor, o mejor en su profunda oscuridad.
Al volver a casa, la fortuna debió apiadarse de mi y me dedicó la ayuda de uno de sus hados, para que premiara mi civilizada actitud.
Supe que era un buen momento para ver en el cielo al planeta Júpiter. Así que me empeñé en ello y tras una laboriosa observación conseguí verlo. ¡Qué maravilla!
Aunque al principio no conseguí identificarlo, su observación me tuvo despierto hasta las cinco de la madrugada y disfrutando como sólo los niños parecen disfrutar: absolutamente absorto y perdida la noción del tiempo. Valió la pena.
Ya estoy preparado para la próxima observación, aunque aún no sé adónde dirigiré mi telescopio.

lunes, 20 de julio de 2009

MARYIA

Maryia ya está aquí. Un año más tenemos la oportunidad de tenerla con nosotros y disfrutar de su presencia y de su manera tan peculiar de ver nuestro mundo. Maryia Astapovich es una niña bielorrusa de trece años, que pasa en nuestra casa unas vacaciones de cuarenta días, por tercer año consecutivo. Está acogida a un programa social internacional de los muchos que se pusieron en marcha tras la catástrofe de Chernóbil en el año 1986. Éste pasa por ser el más grave accidente nuclear registrado. Y nosotros participamos en un programa de acogimiento familiar temporal, cuyo objetivo es mejorar la salud de niños y niñas de las regiones limítrofes a la del accidente. Este año su estancia será más corta que en otras ocasiones y tememos que pueda ser el último que pasa entre nosotros, debido a la controversia surgida por la opinión del gobierno bielorruso, que parece considerar que las mayores de trece años o que hayan pasado tres años en el mismo país no podrán volver al mismo. Da la impresión de que se esconden tras estos argumentos, otros intereses de carácter político, en el mal estilo habitual del presidente bielorruso Lukashenko. Pero lo importante como decía al principio es que ya está con nosotros. A veces he pensado cuanto me gustaría que mi hija Luisa pudiese disfrutar de unos días de vacaciones y de cuidados, de profundo afecto como el que intentamos ofrecerle a ella, de haber sido en nuestro páis donde hubiésemos sufrido una hecatombe similar. No necesito que nadie me lo agradezca, aunque no nos faltan pruebas del agradecimiento que su familia siente hacia nosotros. La profunda satisfacción que me produce, supone mucho más que cualquier muestra de agradecimiento.

miércoles, 8 de julio de 2009

abanico vs "air conditioner"

Sostiene el maestro Saramago, al final del texto de la última entrada de su cuaderno: "Algunas personas se pasan la vida buscando la infancia que perdieron". Sostiene ser uno de ellos.
A partir de determinada edad o quizás por tener un carácter determinado, parece que recordar se convierte para muchas personas, es un recurso frecuente que aparece en cualquier conversación, sobre todo si es relajada, entre amigos o conocidos de los que nada se teme. No faltan razones si tenemos en cuenta que una vez alcanzada la cima de la gráfica, que representa la mitad de la vida que los estadísticos nos asignan, sería lógico pensar que nos acercamos al final de la misma. O por decirlo al modo de "la botella medio llena", hemos vivido más tiempo del que supuestamente nos queda por vivir.
Son recurrentes en estas conversaciones los juegos con los amigos en la calle, primer objetivo ansioso de cualquier niñez. Las aventuras en las huertas de las afueras, para los que como yo hemos sido de pueblo, en las horas de la siesta de nuestro tórrido verano. Aliviada nuestra calor sólo con el jugo de alguna fruta robada al descuido del hortelano, bajo el chorrillo de cualquier acequia o por inmersión en la alberca abandonada, de opaca y deslumbrante agua verde y bordes a los que la verdina hacía inasibles.
Inimaginable en esta era del aire acondicionado. Menos efectiva, pero mucho más poética, la penumbra de las casas, tras las cortinas movidas por la leve corriente del aire cuando la había, el ligero zumbar de las moscas machadianas y el vaiven acompasado del abanico, produciendo un curioso tintineo en su cíclico chocar con el pecho de las mujeres y las medallas en él suspendidas. A modo de base melódica, el suave sonido de la mecedora y al fondo las chicharras en pleno éxtasis frotatorio. Finalizaba la sinfonía, el recogimiento seco, exacto, de las varillas del abanico sobre sí mismas y el suspiro definitivo.
Tal vez, recordar la infancia, es una forma de no perderla, maestro.

jueves, 2 de julio de 2009

Negarnos al olvido

Un admirado amigo me remite un enlace, invitándome a sumarme a una iniciativa que me ha parecido interesante pero sobre todo justa. Marcos Ana, Fernando Macarro Castillo en su DNI, será promovido por la Universidad de Granada, para que le sea concedido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Permitidme que una vez más me valga de la sabia palabra del maestro Saramago para hacer las presentaciones:
"Hay personas que parecen no pertenecer al mundo y al tiempo en que viven. Marcos Ana es una de esas personas. Como tantos de su generación, arrastrados por prisiones del fascismo español, sufrió lo indecible en el cuerpo y en el espíritu, escapó in extremis a dos condenas a muerte, es, en el mayor sentido de la expresión, un superviviente. La prisión no pudo nada contra él, y fueron 23 los años que estuvo privado de libertad.
El libro que acaba de presentar en Portugal es el relato simultáneamente objetivo y apasionado de ese tiempo negro. El título de las memorias, Decidme como es un árbol, no podría ser más significativo. Con el tiempo, la dura realidad de la prisión acaba sobreponiéndose a la realidad exterior, diluyéndose en una imprecisa neblina que es preciso expulsar de la mente cada día que pasa para no perder la seguridad en uno mismo, por más frágil que se torne. Marcos Ana no sólo se salvó a sí mismo, salvó también a muchos de sus compañeros de cárcel, transmitiéndoles ánimo, solucionando problemas y conflictos, como un juez de paz de nueva especie. Firme en sus convicciones políticas, pero sin permitir que su juicio crítico sea afectado, Marcos Ana transmite a aquel que se le aproxima un irreprimible sentimiento de esperanza, como si pensásemos: “Si él es así, yo también lo puedo ser”. Recuperada la libertad, no se quedó en casa para descansar. Volvió a la lucha política, con riesgo de ser nuevamente encarcelado, y dio inicio a un notable trabajo de asistencia y ayuda a los que continuaban en prisión. En España, unos cuantos amigos y admiradores de su singular personalidad (el premio Nobel Wola Soiynka es un de ellos) lo presentamos como candidato al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Nada sería más justo. Y más necesario para mostrarle al pueblo español que la memoria histórica sigue viva. José Saramago"
http://www.unpremioparamarcosana.org/

miércoles, 1 de julio de 2009

"Acerca del vivir" poema de Nazim Hikmet

I
El vivir no admite bromas.
Has de vivir con toda seriedad,
como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera y más allá del vivir;
es decir, toda tu tarea se resume en una palabra: VIVIR
Has de tomar en serio el vivir.
Es decir, hasta tal punto y de tal manera
que aún teniendo los brazos atados a la espalda,
y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas
y luciendo bata blanca en un laboratorio,
has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es VIVIR.
Es decir:has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por ejemplo,
si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían para tus hijos;
debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque la temas, no creas en la muerte,
sino porque vivir es tu tarea.

II
Sucede, por ejemplo,que estamos muy enfermos;
que hemos de soportar una difícil operación;
que cabe la posibilidad
de que no volvamos a levantarnos de la blanca mesa.
aunque sea imposible no sentir
la tristeza de partir antes de tiempo,
seguiremos riendo con el último chiste,
mirando por la ventana para ver
si el tiempo sigue lluvioso,
esperando con impaciencialas últimas noticias de prensa.
Sucede, por ejemplo, que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que vale la pena que se luche.
Nada más comenzar el ataque, al primer movimiento,
puede caerse cara a tierra y morir.
Todo esto hemos de aceptarlo con singular valor,
y a pesar de todo, preocuparnos apasionadamente
por esa guerra que puede durar años y años.
Sucedeque estamos en la cárcel.
Sucedeque nos acercamos
a los cincuenta años,
y que falten dieciocho más
para ver abrirse las puertas de hierro.
Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los de fuera,
con los hombres, los animales, los conflictos y los vientos,
es decir, con todo el mundo exterior que se halla
tras el muro de nuestros sufrimientos;
es decir: estemos donde estemos
hemos de vivir
como si nunca hubiésemos de morir.

III
Se enfriará este mundo,
una estrella entre las estrellas;
por otra parte una de las más pequeñas del universo,
es decir, una gota brillante en el terciopelo azul,
es decir, este inmenso mundo nuestro.
Se enfriará este mundo un día,
algún día se deslizará
en la ciega tiniebla del infinito-no como una bola de nieve,
no como una nube muerta-,
como una nuez vacía.
Desde ahora mismo se ha de sufrir por todo esto,
ha de sentirse su tristeza desde ahora,
tanto ha de amarse el mundo en todo instante,
se le ha de amar tan conscientemente
que se pueda decir: "HE VIVIDO".

¿bromas con el vivir? no, gracias

Tengo un buen amigo que está pasando por dificultades. Su salud, que siempre fue la envidia de muchos de nosotros, de un día para otro, se complicó. Fue sometido a una intervención quirúrgica casi de urgencia y su movilidad y algunas de sus facultades sensoriales se han visto notablemente mermadas. Él es un tipo fuerte mentalmente y siempre ha sido bastante disciplinado, con lo cual su actitud le ayudará bastante a superar la situación. En ello está, a pesar del lógico desánimo que estas situaciones producen.
Un educador, maestro por más señas, me comentaba hace unos días mientras al fresco nocturno de la Alameda de Hércules tomábamos unas cervezas, que él siempre ha sido de los que nunca terminan de estar satisfechos de lo que consiguen. Este comentario venía a cuento de mi intento de convencerle de lo bien que había resultado el trabajo que como tutor, había llevado a cabo en su centro de enseñanza. Es un tipo curtido en numerosas y complicadas batallas con el alumnado a lo largo de su larga carrera profesional.
Ambas actitudes me han rondado el pensamiento en los últimos días, haciéndome cavilar cuando me quedo solo.
No sé si se trata de algo común, inherente quizás al ser humano y quién sabe si el motor de la evolución, esta terrible zozobra de qué hay algo más allá, algo por conseguir aún, o si por el contrario no es más que una excusa en la que se refugian los "piterpanes" que no consiguen madurar.
Desde luego, mi amigo, como bien propone Nazim Hikmet, parece que se plantea cada día como si vivir no admitiese bromas.
Os dejo el poema entero en otra entrada, para que podáis disfrutarlo con calma.

lunes, 22 de junio de 2009

¿Rabia?

Acabo de oír en la radio del coche cuando venía para casa, decir al presidente del Banco Central Europeo (BCE) Jean-Claude Trichet, que España necesita urgentemente una reforma laboral y la única característica a la que le he oído hacer referencia es a la de la necesidad de moderar los salarios. Para rematar ha venido a decir que nos olvidemos de que los salarios deben subir al ritmo del IPC...
Perplejo e indignado, no puedo dejar de pensar en los contratos blindados y en las cifras de beneficios de los bancos y de las grandes corporaciones empresariales. Y pienso ¿estos señores, realmente piensan que somos gilipoyas?
¿Lo somos?

Respuesta a Assalama

En realidad no es un término apropiado el de "burguesía olivarera". La burguesía es una clase social caracterizada porque quienes pertenecían a ella no practicaban un trabajo manual y mantenian un status económico acomodado. Esta es la definición que se puede encontrar en Wikipedia. Sencilla pero útil.
A eso me quería referir, a un grupo social que vivía fundamentalmente de los réditos que producían sus explotaciones olivareras y de viñedo. Más bien respondían al estereotipo que tenemos del señorito andaluz: holgazanes, vivdores y ricachones un buen número de ellos.
¿Aclarado?

jueves, 18 de junio de 2009

El título

Mi abuela Teresa, que fue quien me crió de niño, aludía con frecuencia a la expresión "arremate mundi", para hacer referencia a lo extraordinario de cualquier asunto acontecido, o de alguna persona cuyo comportamiento se saliese de lo normal. Yo no he dejado de recordarlo y utilizarlo, hasta el punto de que es frecuente entre la gente más cercana a mi, su uso con el significado de "excepcional o inaudito".
Mi abuela, una mujer que enviudó en plena guerra civil, tras una larga y costosa enfermedad de mi abuelo Juan, a quien no conocí, se quedó ante el mundo con tres criaturas de entre cinco y nueve años. Inmediatamente se puso y los puso a trabajar. Ella y mi madre que no debía pasar de los siete años, sirviendo. Mis tíos: uno, el mayor, de cohetero (en la industria pirotécnica que diríamos hoy), el pequeño con un matarife, Celedonio, que debió apiadarse de la pobre mujer, porque no llego a comprender en qué podría serle de utilidad un niño con aquella edad.
No tengo noticia de qué tipo de educación debió recibir mi abuela en su Puente Genil natal. Sí se que era una mujer dispuesta, que sabía cortar y coser. Poseía una máquina de coser de hierro fundido que aún hoy conservo en mi casa en estado de uso. Y tenía una buena mano para la cocina, densa y compleja aún con materiales nada costosos, acostumbrada sin duda a penurias que no puedo imaginar. Y digamos que tenía cierto "estilito". No se si esa especie de caché se la dio su educación doméstica o la adquirió en sus tiempos de sirvienta de la burguesía olivarera lucentina, aunque esto último es poco probable, conociendo la cerrilidad de este colectivo, lógicamente con honrosas excepciones.
Debía parecerle que el arremate, el remate, era como una especie de colofón, el extremo por arriba de algo, lo más que se dice hoy. Y mundi un latinajo que vestía de culta la expresión y dotaba a la referencia a cosa o persona a la que se adjetivaba de una condición indiscutible. Un ejemplo: El señorito Antonio se ha hecho una casa en la calle del Agua que es el arremate mundi. Una vez dicho esto quedaba fuera de toda duda que la casa del señorito Antonio no tenía parangón.
Valga pues mi primera entrada, para recordar a mi abuela materna y a esta extraordinaria expresión.