domingo, 27 de diciembre de 2009

¡Salud!

Me ha producido cierto placer sentirme reprochado por algunas amistades, por no haber fabricado ninguna nueva entrada en este espacio desde hace tiempo. No quiero fantasear, ni mentirme, aunque se me da bien, puesto que no han sido más de tres personas las que me han hecho comentarios en ese sentido. Alguno comprendiéndome incluso: "es complicado mantener un blog.." o algo así me ha dicho y he estado tentado de pensar "uno se debe a su público". Que rápida es la autocomplacencia. Siempre agazapada y presta a plantársenos delante con su estúpida sonrisa aduladora.
Cuando pensé hacerlo nacer, este lugar aspiraba a ser una piedra grande bajo un nogal, un sillón de terraza, un taburete de bar, una vereda transitable, cualquiera sitio donde echar una parrafada. Sorprendentemente, en este tiempo de la comunicación, parece que a veces no queda tiempo para una conversación sosegada, ni siquiera con un interlocutor imaginario. Y no sé si la razón o la excusa es que anduve muy ocupado.
El último mes, ha sido muy generoso en malas noticias. Enfermedades, instalándose como realquilados molestos en los cuerpos de algún amigo y alguna amiga y la muerte, anunciada, previsible y terriblemente injusta de la madre de una amiga de mi hija, me han puesto frente a un espejo hacia el que habitualmente trato de no mirar, aunque transito con frecuencia por delante suyo.
Comento con frecuencia, que no sé si somos la última generación que aprendió a tener una actitud y una repuesta piadosa y consoladora ante la enfermedad y la muerte o la primera que no tuvo ese aprendizaje.
Mucha gente de mi edad o de mi entorno repite incansablemente y de manera monótona que no sabe qué decir en "estos casos".
Yo sí sé qué decir. Que lo siento. Sinceramente siento que la salud huya de la vida de las personas, deprisa y sin avisar, como si tuviera que hacer algo importante en otro sitio. Si además son mis amigas, lo siento doblemente. Y el sentimiento de impotencia sólo se ve superado por el del miedo. seguramente miedo a estar en su lugar.
Me dice mi amigo Javi ante su miedo -que es como el mío- "yo creo que ya viví bastante y en todo caso me he llevado por delante una vida buena". Y lo dice como tratando de convencerme, seguramente porque en mis ojos atisba el susto que me abraza, como cambiando los papeles que debíamos representar.
Luego, sale el sol o llueve, que estos días llueve mucho, voy a buscar los regalos para reyes y a recoger a mi hija y a comprar el pan... y al pasar delante de las tiendas procuro no mirar el reflejo del escaparate.