martes, 7 de junio de 2011

15 M

Es tanta la convulsion generada por el resultado de las elecciones municipales y lo que suponen de advertencia en cuanto a los resultados para las próximas elecciones generales, que no encuentro momento para pararme a reflexionar y anotar algo que me parezca interesante reflejar en este sitio.
Con ser mucho lo que ha supuesto la debacle del poder socialista y lo que seguramente viene detrás, ante la falta de alternativa a la izquierda de los que hasta ahora han sido, aún son nuestros gobernantes, no deja de ser algo relativamente importante. Sobre todo si lo comparo con el movimiento surgido del descontento, la falta de oportunidades y espectativas, especialmente de un sector fundamental de la sociedad como es la población joven.
Los indignados, los del 15 M, es tan variopinto el movimiento que se ha generado que ni siquiera la prensa que acostumbra a unificar bajo un titular o una denominación a todo lo que se mueve, ha sido capaz de encontrarles un nombre que los identifique.
He participado en las manifestaciones y concentraciones que se han convocado a través de la red (novedosa e imparable forma de convocatoria) y he tratado de pasarme por "las setas" cada vez que he tenido oportunidad, para tratar de seguir el ritmo de distintas comisiones. Me complace enormemente comprobar cómo grupos de jóvenes, dedican su esfuerzo, sus conocimientos, su tiempo a dialogar (hablar y escuchar, proponer, eso que mirando la prensa de cada día parecía desaparecido de nuestro entorno, sobre todo político)tomándose con una seriedad que no deja de impresionar, la idea de que quieren un mundo mejor, donde las riquezas y las ventajas estén más equitativamente repartidas, en el que las personas que se comprometieron a representar sus intereses no olviden este compromiso cuando se cierra la puerta del colegio electoral. Un mundo en el que la banca, que todos comprendemos que es un negocio y que entre sus objetivos debe figurar la obtención de beneficios, tenga también una función social que no es incompatible con el objetivo que acabo de indicar y que genere riqueza no sólo a unos cuantos directivos. Sobre todo cuando estos se han descubierto unos inútiles, ineficaces, ineptos y en más de una ocasión merecedores del adjetivo bastardos.
Y es aquí donde quería llegar, porque puestos a pedir han pedido el cielo. Porque seguramente eso sería este país de conseguir algunos de los objetivos que han propuesto: honestidad en el ejercicio de la política, que quien la haga la pague, para eso tenemos un estupendo código penal, susceptible por demás de ser reformado.
Y el que se pase, en el ámbito de lo público a la calle y el que robe a la cárcel y a la calle y que devuelva lo robado. Y... muchas más cosas.
Me siento orgulloso de poder vivir al lado de estos chicos y chicas que se quieren comer el mundo a bocados, hartos de no tener un futuro mínimamente luminoso que llevarse a la boca, este momento maravilloso, lejos de los estereotipos de la juventud de las botellonas. Y me siento orgulloso de que mi hija sienta curiosidad, se acerque, aprenda y discuta conmigo lo que allí oye, que no está siendo otra cosa que descubrir los principios de la participación en el espacio público.
Creo que, duren lo que duren las acampadas, aunque no este claro qué será de este movimiento, esta parece ser la primera tos de una hermosa gripe que nos está poniendo en la portada de la historia.

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